“La bondad de Dios te guía al arrepentimiento” (Romanos 2:4)

la doctrina de Cristo



El apóstol Pedro escribe en 1 Pedro 1: 18-20, hablando de cómo fuimos rescatados de una vida bajo el pecado:

” sabiendo que fuisteis rescatados
de vuestra vana manera de vivir ...
no con cosas corruptibles, como oro o plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo,
como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
ya destinado desde antes de la fundación del mundo,
pero manifestado en los postreros tiempos
por amor de vosotros”

Y en Apocalipsis 5:6 se lee:

“Y miré; y he aquí en medio del trono
y de los cuatro animales, y en medio de los ancianos,
estaba un Cordero como inmolado,
que tenía siete cuernos, y siete ojos,
que son los siete Espíritus de Dios
enviados en toda la tierra.

De modo que el apóstol a quien Jesús/Yeshua le encomendó cuidar a su “iglesia” y el apóstol Juan, su discípulo amado, afirman que el Cordero – el Verbo - existía "desde antes de la fundación del mundo", que estaba ”en el medio del trono” y tenia “siete ojos” que son los “siete espíritus de Dios”, y "siete cuernos" representación de su Omnipotencia. Concluimos que Dios Omnipotente, su Espíritu Omnipresente y el Cordero vicario son uno (un misterio que no debernos intentar reducir a los límites finitos del raciocinio humano o de la filosofia griega como quería Arrio) y existieron desde la eternidad. No fue entonces, ni el emperador Constantino, por mucha que fuera su autoridad (que además estaba predispuesto hacia el arrianismo y cambio de posición doctrinaria varias veces), ni el Papa de Roma que no fue al Concilio de Nicea. quienes supuestamente manipularon la decisión de mas de trescientos líderes de la “iglesia", que llevaban en sus cuerpos las marcas de muchas persecuciones por la defensa de su fe frente al poder imperial. Leamos un poco mas en la Palabra::

En Colosenses 1:15 el apóstol Pablo afirma que el Hijo "es la imagen del Dios invisible" y también Juan hace una afirmación similar:

“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo,
que está en el seno del Padre,
él le ha dado a conocer”.
(Juan 1:18)

¿Dónde estaba el unigénito entonces?: en el seno del Padre desde la eternidad (ver también Juan 1;1). Y yendo un poco mas profundo en la visión del “unigénito Hijo” que estaba en el seno del Padre reparemos que no solo el Padre dio a conocer al Hijo a los hombres, sino que depositó en Él toda su gloria y autoridad:

“Porque el Padre a nadie juzga,
sino que todo el juicio dio al Hijo,
para que todos honren al Hijo
como honran al Padre.

El que no honra al Hijo,
no honra al Padre que le envió”.

Juan 5:22-23

Esto es muy importante entenderlo: al Padre le plació que Su honra y la del Hijo fueran iguales: “El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió”. Esta es una declaración que no se puede quitar de foco, sino que es central en la “doctrina de Cristo". Y Dios Padre también decidió no juzgar Él, sino que Su juicio fuera el del Hijo, así como su trono será compartido por el Padre y el Hijo por toda la eternidad (Apocalipsis 22:1). No aceptar estas cosas básicas es salirse de la doctrina revelada. El Padre, por lo demás, “hizo todas las cosas” por intermedio del Verbo ¿Cómo podría este a su vez ser creado si todo se hizo por medio de Él?

Perseveremos y atesoremos entonces en nuestro corazón la fe que tiene fundamento en la Palabra, pronunciada por el mismo Verbo divino, y predicada con unción del Espíritu Santo por sus enviados/apóstoles. Demos honra y adoración juntamente al Padre y al Hijo (como ordenó el Padre). Y asimismo demos honra al Espíritu Santo que procede de ambos y da testimonio de ellos. Así lo afirma – y nos advierte - el discípulo amado con palabras duras, sobrias y filosas, que no tienen vuelta atrás:

"Cualquiera que se extravía
y no persevera en la doctrina de Cristo
no tiene a Dios,
el que persevera en la doctrina de Cristo
ése sí tiene al Padre y al Hijo"
(2 Juan 1:9)

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