“La bondad de Dios te guía al arrepentimiento” (Romanos 2:4)



EL
MISTERIO

DE LAS
DOCE ESTRELLAS


Hay un misterio histórico no explicado– otro más – que queda de pronto resuelto: la conversión de los pueblos fundacionales de Europa al evangelio. ¿Cómo es que estos pueblos abandonaron tan fácilmente a sus dioses y se convirtieron a un
Dios que se manifestó en un pequeño territorio que muchos no sabían con certeza en donde se encontraba, o solo lo sabían de oídas? ¿No es extraño esto? Esta multitudinaria conversión de pueblos trashumantes y guerreros ¿se habrá debido solamente al poder de convicción de los apóstoles y misioneros cristianos? ¿No es esto difícil de creer esto? ¿Y cómo fue que permanecieron en el evangelio con ardor creciente en sus corazones a lo largo del tiempo hasta convertirse en la cuna del cristianismo? Es comprensible que los árabes se convirtieran a la fe de Mahoma, porque éste era árabe. O los hindúes al budismo, porque Buda era Hindú. ¿Pero porque los pueblos fundacionales de Europa aceptarían declarar “Rey de reyes y Señor de señores” al Mesías de una nación lejana y desconocida? La historia corriente no de respuesta a esta pregunta. Dijo el Maestro a sus doce enviados/ apóstoles:


"A estos doce envió Jesús,
y les dio instrucciones diciendo:
'Por camino de gentiles no vayáis,
y en ciudad de samaritanos no entréis,
sino id antes a las ovejas perdidas
de la casa de Israel'
Y yendo, predicad, diciendo:
"El reino de los cielos se ha acercado".
Mateo 10:5-7


Y en el libro de los Hechos:


"Dios envió mensaje a los hijos de Israel,
anunciando el evangelio de la paz
por medio de Jesucristo;
éste es Señor de todos".
Hechos 10:36


Por eso el evangelio prendió rápidamente en el corazón de la inmensa muchedumbre de los pueblos fundacionales de Europa: porque ellos eran los “hijos de Israel”/”casa de Israel” a quienes les fue enviado el evangelio. El único apóstol enviado a los “gentiles” fue Pablo, elegido como “instrumento escogido” para cumplir una misión específica diferente a la de los doce. La misión de Pablo era un complemento de la de “los doce” para hacer efectiva la encomienda al “Siervo e YaHVéH”/Jesús explicitada en Isaías 49:6: ser “luz” a las naciones. Y el caso es que aún el apóstol Pablo sabía cual era el cauce central de la misión apostólica, según lo confesó públicamente en el juicio ante el rey Agripa:


"Y ahora, por la esperanza de la promesa
que hizo Dios a nuestros padres
soy llamado a juicio;
promesa cuyo cumplimiento
esperan que han de alcanzar
nuestras doce tribus”
(Hechos 26:6)


¿No cambia esta declaración de Pablo la perspectiva corriente del evangelio? ¿No lo incluye en un contexto que no sospechábamos?

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Tomado del libro:
"Estruendo en las naciones"





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