“Y guiaré a los ciegos
por camino que no sabían,
les haré andar por sendas
que no habían conocido;
delante de ellos cambiaré
las tinieblas en luz,
y lo escabroso en llanura.
Estas cosas les haré,
y no los desampararé"
(Isaías 42:16)
Pocas cosas – excepto la resurrección - ejemplifican mejor los milagros de Jesús que dar vista a los ciegos. Y en varios pasajes de las escrituras se afirma que YaHVéH dará vista a los ciegos. Cuando recibimos a Jesús en nuestro corazón los que éramos ciegos espirituales somos introducidos de pronto en la eternidad. Y se abre ante nuestros ojos, recién abiertos, un paisaje que ni siquiera imaginábamos: “Delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz”. Las sombras de la muerte quedan de pronto iluminadas por la Luz de la resurrección. Y las falencias de esta vida endulzadas por la perfección prometida para cuando “despertemos a nuestra semejanza” con el Hijo.
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