“La bondad de Dios te guía al arrepentimiento” (Romanos 2:4)



“Haré brotar ríos en los cerros desiertos
y manantiales en medio de los valles;
convertiré el desierto en ciénagas,
haré brotar arroyos en la tierra seca.

En el desierto plantaré cedros,
acacias, arrayanes y olivos;
en la tierra seca haré crecer
pinos juntamente con abetos y cipreses,

para que todo el mundo vea y sepa,
y ponga atención y entienda que yo,
el Señor, he hecho esto con mi poder,
que yo, el Dios Santo de Israel,
lo he creado."
(Isaías 41:18-20)

Continuamente somos bombardeados por el activismo de movimientos llamados “ecológicos” que defienden la flora, la fauna y el agua del planeta. Y esa defensa esta bien. Pero no he visto que reconozcan asimismo Quien es el autor de la maravilla que nos envuelve. Y eso tuerce la acción de estos movimientos llenándolos de palabras ácidas.

La Palabra nos dice que Dios – Elohim – fue el autor de la maravillosa naturaleza que nos rodea. Los ecologistas adoran a la diosa griega “Gea”, un dios falso, sin poder ni entendimiento. Este pasaje habla de un programa “ecológico” que los santos verán en el futuro. Y junto con esta restauración venidera de nuestro deteriorado entorno, las naciones “que han de ser salvas” recordarán Quien es su autor:

“para que todo el mundo vea y sepa,
y ponga atención y entienda que yo,
el Señor, he hecho esto con mi poder,
que yo, el Dios Santo de Israel,
lo he creado."

Porque el mundo lo ha olvidado. Ni Discovery Channel, ni Animal Planet, ni National Geografic Channel, lo proclaman. Mas bien promueven y publican el evolucionismo que implica una actitud de necedad, no de entendimiento.

Este mundo perece por falta de entendimiento, por haber abandonado la Luz que vino al mundo para revelar a Dios a todos los hombres de buena voluntad. Y ante tal abandono, Él enviará una operación de error para confirmar a los pertinaces impíos en sus pensamientos. Será – y esta siendo – una operación terrible que sella en su error y aparta para siempre de la Verdad a quienes se complacen en creer la mentira.

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