“La bondad de Dios te guía al arrepentimiento” (Romanos 2:4)

"deliciosas" luces asesinas



“He aquí que todos vosotros
encendéis fuego,
y estáis cercados de centellas:
andad á la luz de vuestro fuego,
y á las centellas que encendisteis.
de mi mano os vendrá esto;
en dolor seréis sepultados”.
Isaías 50:11


En este pasaje se hace un contraste entre las luces encendidas por los hombres, que los apabullan y rodean por todos lados, y el Siervo Sufriente que caminó en tinieblas sin ninguna luz durante su ministerio terrestre, y “aun así confió en YaHVéH” – como lo dice el versículo anterior -.

Y dice que estas centellas artificiales encendidas por el hombre redundarán en su desolación:


“de mi mano os vendrá esto;
en dolor seréis sepultados”.


Es un potente antimensaje para estos días de luces pasajeras, tanto en el ambiente iluminado por miles de luces artificiales, como en los regalos electrónicos: “teléfonos móviles” con máquina fotográfica y de video incluidas y aparatos centellantes de todo tipo que encandilan con su vanidad.

Es sabido que la violencia en que vivimos - y que ha perdido sus límites – tiene su origen en la compulsión a la violencia emanada de la TV, los juegos electrónicos y de computadora, el cine y la sinergia infinita entre todos ellos potenciada ahora con los “teléfonos inteligentes” que integran toda esa parafernalia de la banalidad en sus "multifunciones." Ellos son vehículos perfectos de pedofilia, de pornografía, de moralidad permisiva y de seducción malsana de todo tipo. Sus destellos hacen sentir a jóvenes y no tan jóvenes que las barreras morales ya no existen en el “mundo nuevo” acunado por la tecnología.

Pues bien, la Palabra nos advierte: “en dolor seréis sepultados”. En violencia domestica asesina, en violencia desbordante de crueldad en las calles, en violencia en los vientres, en violencia mortal en el tránsito, en violencia en los espíritus, en violencia incomprensible en escuelas y liceos y en conciencias cauterizadas - muchas veces en rostros de apariencia inocente - que no distinguen el bien del mal. La “paz” tan invocada en estos días es imposible entre las centellas tecnológicas que hemos creado. En ellas no hay futuro y nos traspasarán de dolor y desolación. Son un túnel de espejos sin aparente salida y una comprobación más de que el fin de este mundo dominado por el sinsentido se acerca.

Asi las cosas, los creyentes vivimos rodeados de densas tinieblas espirituales que es necesario que atravesemos como el Siervo Sufriente lo hizo: confiando - con fe - en que al final está el bendito Reino de “YaHVéH Justicia Nuestra”, nuestra “viva esperanza". ¡Aleluya!, solo en Él tendremos descanso.


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