“La bondad de Dios te guía al arrepentimiento” (Romanos 2:4)



RAZÓN Y NECEDAD.



“Porque mis pensamientos
no son vuestros pensamientos
ni vuestros caminos mis caminos»,
dice YaHVéH.

«Como son más altos
los cielos que la tierra,

así son mis caminos
más altos que vuestros caminos

y mis pensamientos
más que vuestros pensamientos


(Isaías 55:8-9)


Nuestra mente natural tiene una tentación constante a querer entenderlo todo, racionalizarlo todo, y someter todo al escrutinio de la razón. Es más, hay quienes escriben Razón con mayúscula como si fuera un dios supremo al que todo hay que sacrificar.

Pero cuando renacemos del Espíritu tenemos una mente espiritual que entiende que hay cosas incomprensibles - ¡vaya paradoja! - y que es poco sabio querer que todo lo que existe entre en nuestra razón finita. Dice Eclesiastés 3:1:

“Todo lo hizo hermoso en su tiempo,
y ha puesto eternidad en el corazón del hombre,
sin que este alcance a comprender
la obra hecha por Dios desde el principio
hasta el fin”.

Cuando renacemos del Espíritu éste da testimonio en nosotros de la eternidad, y, junto con ella, de la imposibilidad de comprender "toda la obra de Dios desde el principio hasta el fin".

No obstante la mente espiritual no es “irracional”, sino que tiene una racionalidad temerosa de Dios: percibe su obra y la contempla. Ante esta racionalidad superior la pretensión de la mente natural de comprenderlo todo, abarcarlo todo, y todo someterlo a su finitud sin considerar siquiera la existencia de Dios y de sus obras, es necedad.

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