“La bondad de Dios te guía al arrepentimiento” (Romanos 2:4)



“Por tanto, el que se avergüence de mí

y de mis palabras en esta generación
adúltera y pecadora, también el
Hijo del hombre se avergonzará
de él cuando venga en la gloria
de su Padre con los santos ángeles”.
(Marcos 8:38)


El mundo de hoy nos somete a pruebas cada vez mas pesadas que nos invitan a negar a Cristo y a sus palabras. Nos sirve en nuestra mesa argumentos para ceder, para "no tomarse las cosas tan en serio", para conciliar las tinieblas con la luz. ¿El matrimonio homosexual?: - deja que cada uno haga su vida...sé tolerante (y expone a tus hijos a la enseñanza corrupta que los sumirá en la confusión sobre su identidad sexual por cuenta de esa “tolerancia"). ¿El aborto?: - piensa en la vida de las madres humildes que mueren todos los días a consecuencia de mala praxis (no en los hijos que llevan en su vientre que son machacados, ni en el sexo sin responsabilidad que los generó). ¿La manipulación de embriones?: - piensa en las vidas que pueden ser salvas (y no en la de los embriones que son seres humanos que mueren sin remedio). Y así todo. Somos invitados a unirnos al redil o a pasar por inadaptados sociales sin corazón.

Nuestro Señor sabía de lo que hablaba: sabía que seríamos sometidos a la presión de avergonzarnos de sus palabras y achicarlo a Él, Dios hecho carne, a la medida de un filosofo “bueno” pero superado por los tiempos.

Pero si cediéramos hoy para no tener que avergonzarnos ante esta generación adúltera, tendríamos que avergonzarnos ante Él en su venida en la gloria de su Padre con todos los santos (entre los cuales no estaríamos).

¿Cuál de las dos vergüenzas es peor?.

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