“Jamás se ha escuchado ni se ha visto
que haya otro dios fuera de ti
que haga tales cosas a favor
de los que en él confían”.
Isaias 64:4
La fortaleza de los impíos – de los que no tienen fe – esta en su voluntad y determinación. La fortaleza de los creyentes esta en el brazo de Dios que actúa y trabaja a favor de los que en Él esperan. Por eso la oración es poder: porque mueve el brazo de Dios. Dice el Salmo 20:7-8:
“Éstos confían en sus carros de guerra,
aquéllos confían en sus corceles,
pero nosotros confiamos en el nombre
del Señor nuestro Dios.
Ellos son vencidos y caen,
pero nosotros nos erguimos
y de pie permanecemos”.
Son muchas las fortalezas que han caído por la oración. Grandes ejércitos han sido vencidos, estrategias en las sombras urdidas contra los santos han sido desechas, y malicias de Satanás disueltas. Aún los elementos han sido puestos a favor del pueblo de Dios cuando Él decide actuar a su favor. Meditemos en el Fuerte de Jacob cuando sintamos que nuestras fuerzas desfallecen. El nos guía al borde del abismo – aun del abismo de la muerte - hacia verdes prados. E infunde nuevas fuerzas al cansado.
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